Necroresistencias…, necropititas, necroplataformas…

En estos últimos tiempos presenciamos la proliferación de nombres como Resistencia Cochala, los “pititas”, plataformas ciudadanas y otros nombres similares, alegando de que son defensores de la democracia y la libertad; pero en los hechos estos grupos no son más que organizaciones irregulares, paramilitares que solo buscan dañar al prójimo e incluso causar la muerte.

A raíz del asesinato cruel de la joven Betsabé Mara Alacia por el oficial de la Policía Adán Boris Mina Alanes, en la ciudad de Cochabamba, han quedado muchos cabos sueltos que no han sido aclarados, menos están siendo investigados por las autoridades y tampoco mereció la atención de la prensa que solo se alimenta del sensacionalismo del momento. Como recordarán, descubierto el cuerpo calcinado de Betsabé, el oficial Mina fue apresado y presentado públicamente por el Ministro de Gobierno como el asesino de la joven.

En la exhibición pública, el policía lucía una melena que incluso cubría su rostro. ¿Un teniente de la Policía usa una melena larga? Cabellos largos de esa dimensión crecen en varios meses, entonces, ¿dónde ejercía sus funciones el policía Mina? Se ha denunciado que Mara estaba cumpliendo con una “misión de apoyo y coordinación” a los paramilitares denominados Resistencia Cochala. Si esta denuncia es válida, quedaría demostrado que el melenudo Mina capacitaba al grupo irregular mencionado, despistando físicamente. ¿En qué consistía el apoyo al grupo paramilitar, fascista? ¿En entrenar y transmitir formas de violencia de las más crueles (¿cómo la que hizo con Betsabé?) contra los ciudadanos que no están de acuerdo con el Gobierno transitorio? Ésta y otras preguntas tendrían que explicar las autoridades del Gobierno central.

Pero hay una pregunta crucial, si estamos en democracia y gozamos de plena libertad, ¿por qué se permite la existencia de grupos irregulares que a nombre de defender la democracia se capacitan para amenazar y atentar las libertades más básicas de los ciudadanos? Si se confirma la denuncia, lo grotesco que quedaría la Policía Boliviana de permitir que civiles paramilitares se muevan y quieran controlar el orden público.

En esta línea de matonaje político de la Resistencia Cochala, los/as “pititas”, las plataformas y los comités cívicos, la Defensoría del Pueblo nacional denunció que desde hace varios días se registran agresiones de grupos violentos organizados que se instalan en puertas de la institución en la ciudad de La Paz. Lo más vergonzoso es que hace algunos días atacaron a jóvenes y adolescentes trabajadores de y en la calle y a sus familias, que habían recibido ayuda en alimentos e insumos de bioseguridad de la Defensoría en esta etapa difícil del contagio de COVID-19. ¿Dónde está el discurso de solidaridad de las/os “pititas”, cuando en los hechos solo saben maltratar y amenazar a los grupos sociales más vulnerables del país? Violando los derechos más elementales del ser humano, pregonan que actúan a nombre de la democracia capitalista y liberal.

Autoridades del Gobierno central y de la Policía nacional no se han pronunciado ante la denuncia de la Defensoría. El silencio ¿explica la estrecha relación de grupos irregulares con la Policía?

Lo que queda claro es que la deshumanización total y la industrialización de la muerte es lo que prima en esta etapa del COVID-19. El Estado boliviano está siendo infiltrado cada vez más por grupos irregulares y delincuenciales. A los ojos de los colonizadores, que fungen como autoridades del Gobierno y dirigentes de entes cívicos, la vida de los ciudadanos no es más que la vida de los salvajes y animales. En esta lógica colonialista, la identidad nacional se concibe nuevamente como la identidad contra el otro/a. La violencia colonial ahora se apoya en el terror irregular y sagrado de la Biblia. Esto es el necropoder del sistema colonial, capitalista y racista de exclusividades que hoy se irradia peligrosamente.

Janiwa akch’as walikiti sarnaqäwisanakatakix. Q’ara, misti, ch’uxña, chitaku jaqinakax wali tukkhañ munisti. Amuyasiñasaw jilata, kullakana.

Fuente: Esteban Ticona en https://www.la-razon.com/voces/2020/09/06/necroresistencias-necropititas-necroplataformas/

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