18 0CTUBRE: DEMOCRACIA DE BLOQUEOS O DEMOCRACIA DE RACISTAS

No podemos seguir así, estar pendiente de que la derecha se envalentone y comience a sembrar y repartir violencia y racismo, que cada cuatro años nos convoquen a votar y después con el pretexto de mayorías “dictatoriales” destruyan el orden democrático e impongan presidentes con el único afán de destruir a la patria; la derecha no ha entendido ni nunca comprenderá que desde el 2006 el espacio socio político tiene que convivir con la intrusión de los excluidos, los marginados, que el demos en Bolivia ya no se identifica ni con mayorías, ni con minorías, sino que la esencia de la democracia, desde el 2006 significa que los pobres gobiernan en favor de sus intereses como pobres y manejan su destino y no del interés general.
Solo el gobierno de los pobres para los pobres puede llamarse democracia popular, la única que puede abrir otros horizontes políticos, caso contrario es aceptar resignadamente que no existe una alternativa clara y que solo debemos seguir aceptando la idea de democracia que tiene la derecha y a la que debemos resignarnos. No podemos seguir así, ha llegado la hora de profundizar y afianzar el Proceso de Cambio y para esto sería útil seguir el consejo de Lenin “volver a empezar desde el principio”, o sea reafirmar los conjuros de las luchas populares para resucitar el fantasma de la “Revolución democrática y cultural” cuyo axioma-norma a priori era y debe ser la igualdad.
Es hora que los movimientos sociales construyan su carta de navegación que les señale un horizonte de transformación profunda, esto implica que la clase obrera complete el paso de en-sí a para-sí, que tome conciencia que en el presente la crítica de la economía política está recuperando su lugar fundamental en la teoría y en la práctica; y que los movimientos indígenas, en particular sus líderes, comiencen a luchar por el poder indígena. Ya Tocqueville vislumbró proféticamente el futuro antipolítico de las democracias modernas, hoy el imperialismo yanqui impone con sus lacayos internos una peculiar forma de gobierno, derroca por las buenas o por las malas a presidentes constitucionales, para después imponer una democracia opaca e irregular, con bandas paramilitares que intensifican salidas cruentas cometiendo las peores atrocidades.
La derecha siempre ha asumido la democracia como una cosa en sí, como una abstracción formal, pero la democracia es siempre un movimiento político que se apoya en determinadas fuerzas políticas y clases que luchan por determinados fines. Así, un estado democrático es el reflejo de los sujetos que lo sustentan; por un lado, estará la democracia social apuntalada por el autogobierno de las masas, y, por otro lado, la democracia de la derecha que apuntala también a un aparente autogobierno de masas populares, pero manteniendo el principio de la propiedad privada, el dominio del país por parte de las oligarquías, y la dirección de cómo debe actuar el Estado.
Por esta razón, la democracia intercultural, comunitaria y participativa implica y significa para la derecha la alteración de las relaciones de fuerzas políticas y de la estructura ideológica hegemónica, lo que da lugar al cuestionamiento de la democracia liberal representativa de la derecha y a comprender que la lucha por la democracia significa la democratización del poder. Así, la cuestión, en clave de futuro es: ¿cómo las clases sociales, los movimientos sociales e indígenas, los sindicatos de obreros y obreras, los jóvenes, las amas de casa, etc. encararán las próximas batallas políticas democráticas? ¿con qué fuerzas se encaminarán a esas batallas? ¿y, sobre todo, cuál será su espíritu? En los bloqueos se demostró que el protagonista de esos movimientos no era ninguna figura política (aunque se postularon algunos), esos movimientos llevaban grabada la herencia de la autonomía.
Pero Agosto también nos planteó un problema, algunos dirigentes expresaron su desacuerdo con los bloqueos, eso significaba en los hechos contener y diluir el “demos”; además esa conducta nos demostraba el peso que tiene el poder de la tradición de la “democracia representativa liberal” con su pensamiento ideológico-político, que tiene el fin de cerrar todo intento de democratización del poder. Mientras no debatamos, analicemos profundamente estas conductas, las llamadas insurgencias democráticas serán cooptadas, absorbidas por la democracia liberal y convertidas ya no en “tigres de papel”, sino en “insurgencias de papel”.
Los bloqueos desde todo punto de vista son expresiones de democracia popular, pero pensar sobre los bloqueos como lo hace derecha, maldiciendo, insultando, criticando es aceptar en los hechos lo que piensa el imperialismo yanqui que ha impuesto al mundo un solo “modelo de democracia”, que sirve como el faro orientador que debe ser seguido y asegurado, y que si hay movimientos sociales que lo cuestionen reciban las “amenazas de sanciones” y represiones de todo tipo ejecutadas por el gobierno. Las democracias impuestas hasta el 2006 fueron manejadas por oligarquías, que la derecha intentaba hacer lo menos visible, pero su tarea práctica consistía en sostener a esa oligarquía racista con el apoyo electoral de una multitud popular.
Esta falacia de democracia con “pretensión de legitimación”, que es una democracia procedimental y formal, ha sido generalmente naturalizado, por los yanquis, como un modelo a ser universalizado y expresado como “progreso político”; esta democracia funcional que el pueblo a través de la historia la ha llamado “democracia del cheque”, democracia del toma y daca”, “democracia pactada”, “democracia de cruzar los ríos de sangre”, ha cerrado todo intento de participación política de los movimientos indígenas y sociales en los asuntos del gobierno, pero fundamentalmente han neutralizado, han clausurado toda voluntad política por resolver el vínculo entre la “cuestión social” (exclusión y desigualdad) y la “cuestión racial”, por esta razón hoy somos testigos y víctimas del despojo de nuestra dignidad mediante la violencia, el racismo, los insultos y la represión estatal.
En las actuales circunstancias, donde el racismo y la violencia se imponen, no podemos pensar que la hegemonía se da a partir de la producción de opinión pública, la derecha con sus medios de comunicación social crea una opinión pública que legitima y naturaliza esa violencia y ese racismo; la hegemonía debe ser el resultado de prácticas sociales que vayan creando un nuevo sentido común (ideas, valores, creencias) a partir de nuevas prácticas de lucha. Por esta razón, ya afirmamos anteriormente: saber levantar un bloqueo no quiere decir mucho si al mismo tiempo no se sabe cómo vivir detrás de él, y es en esos bloqueos maldecidos por la derecha, donde se construyó una base inexpugnable de otra forma de vivir y de pelear por nuestra patria y por nuestros hijos.
Hay que destruir el mito de que podemos salir de esta situación razonando, la derecha nos ha puesto en nuestras narices lo que quiere y cómo quiere conseguirlo, lo único que nos queda es recuperar nuestra historia y tradición de lucha como oprimidos y oprimidas, esto exige que debamos hablar de los obstáculos vividos, de los debates irresueltos, de las líneas de política popular inolvidables.
Estamos soportando una crisis estructural, que es la sumatoria de la crisis económica, crisis educativa, crisis social, crisis sanitaria, crisis del aparato productivo, crisis moral; pero en el fondo es una crisis de la lucha de clases y racial, donde la relación de las fuerzas antagonistas cambian debido a esa telaraña de enfrentamientos, conatos, retrocesos, avances, emboscadas, escaramuzas, pero que en algún momento tiene que romperse dando lugar a un conflicto profundo y radical sobre lo político, o sí que quiere, sobre el poder.
Lo que está en juego son dos conceptos básicos: democracia y poder, hoy la derecha quiere imponer un modelo político, con rostro democrático, en sus concepción minimalista, o sea una democracia falaz y funcional donde están por demás los indios y las indias, los obreros y las obreras, las mujeres de pollera y los hombres y las mujeres de tez oscura. Por eso escuchamos a la derecha insultar, denigrar, calumniar el principio de las mayorías democráticas como “tiranía de la mayoría masista”, “dictadura masista”, que es una amenaza a su democracia representativa manejada por la oligarquía racista y antinacional. Pero otra conquista importante que podemos alcanzar en octubre, es que de una vez por todas el poder pase a nuestras manos, pero no como un acto de traspaso, sino como creadores de otro poder que transforme las instituciones coloniales, republicanas, neoliberales, con la esperanza de abolir este Estado racista, solo entones nuestra libertad no será poder-elegir, sino elegir-poder. Eso sí, desde ahora nunca más debemos tolerar la corrección política de algunos dirigentes que nos convocan al autodisciplinamiento, además que esa actitud jamás nos permitirá superar el racismo, porque ese autodisciplinamiento no es más que racismo oprimido y controlado.

Jhonny Peralta Espinoza
ex militante Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka

One comment

  1. Esta buenisimo, estamos en una lucha de clases anierta a nibel mundial, y la lucha es abierta e ideológica y debatida y aceptada en forma colectiva no solo para poder elegir sino para la toma del poder por los trabajadores del campo, minas y fábricas de todo el país, nurstros representantes sociales y políticas deben trabajar en ese sentido.

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