Nuevo parlamento, nuevo gabinete y viejas estructuras

¿Cuál será el rol de las mujeres en el nuevo Gobierno y cómo entender la paridad en unos de los países con más altos índices de violencia machista del continente? Mientras algunas celebran la mayoría de mujeres en el nuevo Parlamento y otras protestan por la poca participación de mujeres en el gabinete ministerial, desde Pan y Rosas abordamos la discusión desde una perspectiva de clase.

En términos formales, no podemos negar que en los últimos años las mujeres han ganado un espacio cada vez más relevante en las esferas de poder. En Bolivia, se han dado avances en los últimos años para lograr la paridad de género en el congreso, logrando que este año haya una mayoría de mujeres en ambas cámaras: en cuanto a la Cámara de Diputados, en el caso de los plurinominales, el 48,33% son varones, mientras que el 51,6% de los escaños estará en manos de mujeres; en los uninominales vuelve la mayoría femenina con el 57,14% de espacios. Y de los 36 senadores, 20 son mujeres.

Nuevamente podemos ver que, en términos formales, este ha sido un avance para los derechos políticos de las mujeres, sin embargo, hay que recordar que esto se ha conseguido por medio de las luchas que las mujeres han dado en las calles y cuyas exigencias se han plasmado, parcialmente, en algunas leyes de la nueva constitución política de 2009.

Es importante recalcar esto, porque fue el protagonismo de las mujeres, y de las mujeres más pobres y precarizadas junto a otros sectores populares, en las luchas contra las privatizaciones (en los 90’s), en la guerra del agua (2000) y la guerra del gas (2003), y en general todo el movimiento de lucha feminista que ha despuntado en diversas partes del mundo, desde las calles, lo que finalmente logró que se las considerara como un sujeto político fundamental y que esto sea escrito en los textos constitucionales y leyes derivadas. Cuando ahora organismos internacionales como ONU mujeres salen a destacar el avance en términos de paridad política en Bolivia, olvidan mencionar esta realidad y tratan de hacer parecer que es el lobby del feminismo institucional y liberal lo que ha determinado estos avances o la línea “progresista” del gobierno del MAS.

Sin embargo, que exista esta representación equitativa (paridad numérica) en las cámaras, no significa ni mucho menos que se esté avanzando, en los hechos, en los derechos de las grandes mayorías de mujeres trabajadoras, del campo y de la ciudad, en nuestro país. La igualdad ante la ley sigue sin ser igualdad ante la vida y pese a que la representación de las mujeres en el ámbito político ha ido en creciente los últimos años, muchas demandas fundamentales han seguido postergadas o directamente ignoradas, como el derecho al aborto, a decidir sobre nuestros cuerpos, y a una vida libre de violencia, pues seguimos siendo uno de los países con mayor índice de violencia machista en el continente.

Por ello, nosotras no nos tragamos ni conformamos con este discurso de paridad, porque hemos constatado que el solo posicionamiento de mujeres en puestos de poder no es garantía de un avance en los derechos de las grandes mayorías de mujeres pobres, explotadas y precarizadas. Y eso no solo tiene que ver con las personas específicas que se encuentran en estos puestos, sino de todo un sistema que se sigue perpetuando donde podemos ver contradicciones irresolubles, propias de una crisis profunda del capitalismo donde chocan esa ampliación de derechos conquistados, sobre todo en las grandes urbes y países prósperos, y la pobreza material de la vida cotidiana de la mayoría de las mujeres que se enfrentan, a su vez, a la precarización, al trabajo informal, a la pobreza extrema (70% de quienes viven en pobreza extrema son mujeres según la organización Manos Unidas [1]) y a la violencia machista que no cesa y ante la cual el Estado y sus instituciones son cómplices.

Porque, nuevamente, no es solo una cuestión de género, sino también de clase. Y lo mismo podemos decirles a quienes han protestado por la poca representación de mujeres en el gabinete ministerial. Al final, eso no es lo que determina la calidad de vida de cientos de mujeres de nuestro país, y para muestra hemos tenido una mujer presidente durante todo un año que no ha hecho nada por garantizar derechos mínimos, más al contrario, ha hecho mucho para impedirlos. Hemos vuelto a romper récords de feminicidios y violencia este año que demagógicamente ella había decretado “contra la violencia machista”. Una mujer que, además, es representante de movimientos antiderechos, que ha utilizado la biblia como constitución y que ha mandado a reprimir y masacrar gente para imponerse en el poder.

Ante esta nueva asamblea y gabinete, nosotras tenemos claro que la lucha sigue siendo en las calles, desde la auto-organización porque no vamos a retroceder en la exigencia de nuestros derechos, y esto lo hacemos junto a nuestras compañeras que en muchos países se están levantando de la misma manera, un ejemplo fundamental es la lucha de las mujeres en Polonia en contra de la intención del Gobierno de prohibir nuevamente el derecho al aborto.

Si hoy en la Asamblea Legislativa Plurinacional hay una mayoría femenina, tanto en senadores como en diputados, podríamos decir que esta vez la mayoría de las manos se levantarán para aprobar el derecho a que las mujeres podamos decidir sobre nuestros cuerpos. Sin embargo estamos seguras que esto no va será así.

Es por ello que no depositamos ni una pizca de confianza en los gobernadores actuales, mujeres y hombres, porque siguen respondiendo a las mismas estructuras patriarcales y capitalistas que son las que legitiman y perpetúan la violencia hacia nosotras y las amplias mayorías. Hemos visto a las legisladoras y ministras del MAS defender a Evo Morales, machista declarado y con fuertes acusaciones de estupro, o hacer la vista gorda ante casos de violencia machista dentro de su propio partidos; hemos visto también a las representantes de Creemos, algunas de las cuales estarán en el congreso, apoyando la propaganda machista de su partido y en general todo el discurso religioso y antiderechos que enarbolaba Camacho y sabemos que Comunidad Ciudadana no ha tenido ni una propuesta seria en favor de las mujeres en toda su campaña, y que su cabecilla, Carlos Mesa, ya había obstaculizado en su mandato una ley a favor de las diversidades porque tienen de aliados fundamentales a las iglesias y grupos conservadores, por lo que no esperamos que ahora estando en el congreso, y siendo minoría además, vayan a tomar en cuentas nuestras demandas básicas.

Nos negamos, además, a que la paridad de género sea utilizada como un discurso del Gobierno para quedar bien con organismos internacionales. Ni las mujeres, ni los indígenas somos instrumentos de propaganda y no es posible que se reivindique nuestra participación política como un gran logro mientras las mujeres seguimos siendo asesinadas en promedio cada tres días, mientras la Iglesia y el Estado siguen legislando nuestros cuerpos, y los pueblos indígenas son despojados sistemáticamente de sus derechos y sus territorios.

Por todo esto, no bajaremos la guardia y seguiremos organizándonos desde las calles, desde las universidades, desde los sindicatos y fábricas para continuar con el legado de esas mujeres combativas mineras, obreras y trabajadoras que han demostrado que fuera de la lucha de clases no existen verdaderas reivindicaciones para la mayoría de las mujeres en Bolivia y el mundo.

Fuente: Dalila Fabreger en http://www.laizquierdadiario.com.bo

One comment

  1. La paridad de mujeres e indígenas en el gobierno es una lucha contínua. Soy parte de eso. Pero rechazo el nombramiento de una mujer de pollera en cualquier puesto gubernamental por el simple hecho mujer/pollera/partidaria fiel. Los años del gobierno del MAS no nos han servido para mucho, pero sí, hay muchas mujeres originarias, que nos hemos capacitadas, que nos hemos recibidas lices, doctoras…
    ¡Dejen una vez por todas estos nombramientos por dedo/relaciones personales/malintencionados, usando a nosotras de pollera como adorno! Las hermanas Huanca, Achacollo… pobres útiles al servicio de un sistema machista. Hay mucho más que decir y HACER.

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