Perú y Bolivia en la hora de la descolonización

Una entrevista de Resumen Latinoamericano con el escritor y periodista Antonio Abal.

-Eres un estudioso de las luchas originarias y campesinas en Bolivia y también estás al día de las luchas en Perú, que además es un pueblo hermano, andino con culturas muy similares a las de Bolivia, Aymara y Quechua. ¿Cómo ves el proceso que viene encabezando Pedro Castillo y todo lo que significa su triunfo electoral?

-En realidad, el proceso peruano ha tardado mucho. Te quiero comentar que en los años 70 y comienzos del 80, se envidiaban los avances orgánicos y organizativos que tenía el pueblo originario en Perú, producto de las reformas de Velasco Alvarado. Habían tenido una apertura tal que les fortaleció organizativamente, tenían centrales nacionales muy poderosas, grandes movilizaciones, estaban impulsando leyes en el marco de la democracia restringida, pero tenían ley de comunidades. Había procesos muy interesantes, en el cual, el movimiento de pueblos originarios en Perú estaba madurando. Pero hubo dos eventos, el primero tiene que ver con la emergencia de Sendero Luminoso en el 80 y el segundo, el gobierno de Alberto Fujimori. Sendero Luminoso puso en una encrucijada a los movimientos sociales. El no entender las lógicas con las cuales funcionan las estructuras comunitarias y cómo se entiende el poder en las culturas andinas, lo llevó a confrontaciones con la misma población de las comunidades. Lo cual expulsó a muchos pueblos de la parte de las Sierras hacia Lima. Ese crecimiento de los «pueblos jóvenes», que le dicen, esa pobreza de Lima es parte de estas migraciones. Luego, Fujimori ¿qué hizo? tuvo esa ley que le daba el poder absoluto de intervención directa para combatir el “terrorismo” y con ello descabezó y destruyó todo lo que habia formado el movimiento originario peruano. Hubo desaparición de dirigentes, hubo represión muy fuerte, fue un reinado del terror. No conocemos todavía la cantidad de desaparecidos que hubo en el período de Fujimori. Hay datos que hablan de fosas comunes y de haber hecho desaparecer comunidades íntegras. Algunas de estas cosas se grafican en la película “La boca del lobo”. Hay una historia pendiente en Perú pero que ahora nuevamente está en agenda. Las sierras donde están concentrados los pueblos originarios y también la zona del Amazonas, han cobrado y recobrado esa identidad de fuerza política que tienen y están desafiando al poder. Ese poder que durante años y siglos, se instaló en el Palacio de Pizarro en Lima. Ese es el escenario en el que aparece ahora el profesor Pedro Castillo, a quien de manera forzada quieren endilgar la militancia terrorista y todo lo demás. Logró concentrar, y este es el gran mérito de Castillo, todas las demandas y las inquietudes de los pueblos en una fórmula. Hubiera sido interesante que los otros sectores de izquierda hubieran entendido esta emergencia y no hubiera tenido éxito esa segunda vuelta, porque eso hubiera sido una fuerza de conjunto. Esto es lo que se necesita: la fuerza de los originarios y las corrientes revolucionarias, no diré progresistas, sino revolucionarias de la izquierda latinoamericana. Esto nos está enseñando lo que está pasando en Perú.

-Hay otro trabajo, del que tú siempre hablas, que es el de la decolonialidad. Estas democracias armadas por la modernidad europea y por Estados Unidos, crean una élite y un espejo donde mirarse que no es el país propio, que no son los pueblos originarios ni campesinos. En Perú, Pedro Castillo se reivindica mestizo, esa mezcla que viene de las sociedades rurales, que es importante. Pero él ha dicho que va a convocar a hacer una nueva Constitución y habla de plurinacionalidad. Ahí se ve la unión con el proyecto boliviano, cómo ves que se pueda llegar a realizar dicho proceso en esta sociedad donde la oligarquía que detenta el poder desde hace décadas y que no ha tenido reparo de hacer terrorismo de estado y políticas de exterminio,

-En Perú como Bolivia y en otros países, ha ocurrido un proceso de refugio. Hay un autor, colombiano o mexicano, no recuerdo bien, que escribió un libro sobre las «zonas de refugio», es decir, que las comunidades en el proceso colonial han creado eso mismo en lugares inhóspitos de difícil acceso, como son las comunidades altas del altiplano boliviano. Lugares donde la consistencia del modelo comunitario de formación de comunidad y economía permitió su supervivencia. Incluso, las autoridades coloniales permitieron que se adjudiquen territorios. Hay documentos firmados por las autoridades, con representantes de la corona española a cambio de oro para darles sus territorios Esa es la supervivencia de las comunidades, esas zonas de refugio que dice el autor. Desde ahí van construyendo economía, pensamiento y han logrado romper esas zonas de refugio. No hay que olvidarse que han tenido capacidad de hacer pactos de sobrevivencia, pactos con la colonia, pactos con la República. Han habido pactos durante los golpes militares. Hay que volver a releer eso en Bolivia: qué significaba en un escenario violento donde el ejército entraba, te llevaba preso y mataba a la gente, qué tenías que hacer para resguardar las zonas de refugio. Hacer un pacto. Esas lógicas se han ido reproduciendo. Ahí tenemos que ver este armazón colonial que ha definido las relaciones de poder en América Latina. La burocracia de los estados nacionales está basada y se asienta en el estado colonial. Los papeles, todo eso que hemos heredado, la justicia de leyes que tiene que pasar por veinte mil filtros. Y mil escritos: “no cumple estos requisitos”, “venga mañana”, “le falta el papelito verde, y el azul, veremos…”, eso es herencia colonial. El sistema político de América Latina es así y en nuestro pueblo es esa copia, esa modernización del sistema colonial de poder, y del ejercicio de la política. Por lo tanto, los partidos, aparentemente con democracia, han dejado en la sombra a esta parte de la población que desde siempre ha habitado en estos territorios. Nunca han entrado en el juego democrático. Eso se mantiene hasta ahora, incluso en Bolivia, pese a la Constitución seguimos con la burocracia y hay señales de pretender volver a ese viejo sistema político colonial. Esto lo digo haciéndome cargo de mis palabras. No podemos decir que vamos a tener reconciliación con quienes sistemáticamente destruyen derechos humanos, la participación y han dejado miles y miles de cadáveres en esta larga historia de los pueblos originarios. Esta colonialidad del poder está vigente y lo estamos viendo. Días atrás, hubo en el Parlamento una discusión entre un representante de las elites regionales y uno de los representantes de los pueblos originarios del centro de la democracia boliviana. Ahí está. No precisamos más ejemplos: “hay que escarmentar a los indios que quieren levantar la voz”. El mensaje es claro. Vivimos en estas estructuras coloniales y nos queda mucho por trabajar. Ahí Castillo, más allá de que si gana o no gana, ha dado un paso importante en la sociedad peruana.

Con respecto a esto mismo y la influencia que tiene la cultura colonial, en el continente. En los últimos días pasó por Argentina el presidente español Pedro Sánchez, y pudimos ver al Presidente Fernández deshaciéndose en elogios hacia Europa y en rendirle pleitesía al visitante, que por cierto está más que devaluado en su país. Situaciones como esta suelen repetirse a menudo en otros países del continente. Hay un vasallaje que sigue existiendo, por encima de algunas rebeliones populares que se puedan dar en uno o otros países, ¿cómo se rompe con esas actitudes, que incluso adoptan personalidades que se dicen progresistas, y profesan un culto desmedido aEspaña. La España que nos castigó en la conquista asesinando a nuestros pueblos originarios y que en el presente busca acuerdos comerciales para su absoluta conveniencia.

-Me acuerdo, casi perfectamente, del ex presidente (Mauricio) Macri, que arrodillándose le pedía prácticamente perdón a la corona española por haberse independizado, por las luchas de la independencia. Eso gráfica esas relaciones. Es verdad que la única manera que tenemos de frenar, o quebrar este pensamiento colonial es reforzar nuestra identidad. Una identidad que necesita ser trabajada no en los términos de la antropología o la sociología que define límites de raza, por ejemplo, que en vez de acercar, separan. La identidad se va formando, en América Latina es de los pueblos originarios. Estamos lo que tenemos raíces mediadas por otro tipo de mezclas que se dan en todas las culturas, nos adscribimos a los proyectos de identidad de los pueblos originarios. Si no me equivoco, Lenin decía que no es necesario que seas obrero para pensar como obrero, sino la adscripción al proyecto obrero. Tenemos que pasar por ese proceso. Hay que sumarse a los proyectos de identidad que tienen esta idea de romper con las ideas coloniales. Este es un proceso donde la universidad, los centros de pensamiento intelectual y sobre todo los pueblos tienen que llevar adelante. En Bolivia se fue desarrollando la diplomacia de los pueblos, que tiene ese objetivo: encontrarnos para construir y reconstruir nuestras identidades. Esta es la forma de enfrentar a la colonialidad. Desde abajo, en los cimientos, en lo que son los pueblos originarios se irán dando los pasos, para ir rompiendo esta colonialidad del poder, del saber y todo eso. hay formas de luchar. Ahora, cuando uno pertenece dogmáticamente a principios políticos y no entiende las lógicas del otro, el camino se pone cuesta arriba. Hay que empezar a reconocer otras formas de organizar la sociedad, pero lo importante es que hay otras formas de pensar la revolución, ahí está lo fundamental. En Bolivia, David Choquehuanca dijo que la revolución tiene que pasar por reencontrarse con la Pachamama, para devolver el equilibrio de despojo, que está sufriendo, Bolivia y todo el mundo de recursos naturales. ¿Quiénes nos despojan?: las políticas imperiales, ese es el contenido fundacional del antiimperialismo. Abrazar a la Pachamama es ser plenamente antiimperialista. Eso aún no se llega a comprender bien

-¿Cómo descolonizar el pensamiento que aún subsiste en la izquierda orgánica latinoamericana, esa franja de pensamiento de izquierda que también es eurocentrista en muchos de sus discursos?

-En Bolivia, el filósofo Rafael Bautista, ha estado pensado esta temática y ha levantado urticaria en mucha gente, incluso del gobierno. Se plantea que, si vamos a pelear contra la modernidad que da origen al capitalismo, al imperialismo y demás, veremos también dentro de esa creación de modernidad dónde se ubica el marxismo. Se refiere al marxismo ortodoxo. Él dice: tenemos que leer el planteamiento de Marx respecto a los pueblos, sobre las luchas de liberación nacional. Claro, la gran obra de Marx que es El Capital, deja un lugar pequeño a estos aportes que hace Marx a las identidades y al lugar de los pueblos y las particularidades de la sociedad. Si no comprendemos esto, estaremos repitiendo el marxismo ortodoxo. En el caso boliviano, el Partido Comunista tiene como 5 o 6 desprendimientos, de esta lógica de manual como decía el Che. El trotskismo, que ha seguido con esta lógica dogmática, que despoja todo lo bueno que tiene el trotskismo como propuesta revolucionaria, lo han petrificado y eso es peligroso. En Bolivia se está debatiendo a ver qué entendemos por socialismo comunitario. ¿Qué esquema central es lo que define el socialismo comunitario? Porque estamos en momento de transición para dar un salto en el rumbo revolucionario, con la posibilidad de usar dicho salto para el lado revolucionario, o por el contrario, volvernos a abrazar con ese sistema y esquema político conservador que refuerza los lazos de colonialidad. Estamos en ese momento.

Fuente: resumenlatinoamericano.org

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